viernes, 18 de febrero de 2011
HAY PALABRAS QUE ANTES DE SER ESCRITAS YA ESTÁN MUERTAS
HAY PALABRAS QUE ANTES DE SER PRONUNCIADAS YA ESTÁN GASTADAS
HAY PALABRAS QUE ANTES DE SER OÍDAS YA SON MENTIRAS
PALABRAS
HAY PALABRAS QUE DESPUÉS DE SER ESCRITAS
YA NO VALEN
HAY PALABRAS QUE DESPUÉS DE SER DICHAS
NO HAN SIDO OÍDAS
HAY PALABRAS QUE DESPUÉS DE SER ESCUCHADAS LLORAN
PALABRAS
SÓLO PALABRAS
TODAS LAS INOCENCIAS ESTÁN HUERFANAS DE PALABRA
lunes, 14 de febrero de 2011
lunes, 7 de febrero de 2011
Hay quienes se resisten a hablar del amor. Románticos silenciosos, dependientes a la sombra de una aparente autosufiéncia; racionalistas que temen perder el control de una situación tan incontrolable como intensa;temerosos de perder el equilibrio de pertenecerse a si mismos. Al fin y al cabo, cobardes que se temen a sí mismos y al mundo, sin saber que el miedo, puede someter tanto o más que ese extraño sentimiento que todos coinciden en denominar amor.
El amor caracteriza a los hombres. Diferentes en la inteligencia del resto de seres y de la máquina en el sentir. Quizá por eso, tantos pensadores han reparado en definírlo sin llegar en ningún caso a conseguirlo. Tal vez por ello, tantos anónimos reflexionamos sobre él, sin percatarnos de que nunca llegaremos a una conclusión acertada.No existen las certezas, no existe el tiempo ni el espacio. Los relojes se detienen, las distancias se acortan. os corazones se unen sin explicación, buscando posiblemente, una causa que de sentido a este problema irresoluble que es la vida.
Sin embargo, carecer de origen no le exime de consecuencias y es ahí donde residen nuestros temores. Porque lo mismo que no hay felicidad más plena que la que nace del amor, no hay tristeza más honda que la que proviene del desamor. Así, lo mismo puede ser el más amable de los ángeles que el más temido de los demonios. Dolor de amor no correspondido, incomprensión de amor desplazado, impotencia del amor repuesto con indiferencia, amor en secreto, amor traicionado ... Por eso nos asusta. Por eso tememos el compromiso. Por eso temblamos al ver que poco a poco dejamos de pertenecérnos para pertenecer a otros, abandonamos el yo sutituyéndolo por el nosotros; por eso buscamos excusas que nos hagan sentirnos falsamente libres, sin pensar que no hay mayor libertad que asumir riesgos, abandonando la sumisión que nos ata a una existencia sin argumentos, sin motivos, gobernada por la duda y la incertidumbre que nos impide avanzar, refrenando los más primarios impulsos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)