lunes, 28 de marzo de 2011

Muchas veces me he sentido sola. Esto puede resultar extraño ya que, por lo general, siempre estoy rodeada de gente. Pero la vida corre tan deprisa, que muchas veces no nos damos cuenta de lo que está pasando a nuestro alrededor, de cómo está nuestra amiga o nuestra propia familia . Las personas se van perdiendo en el individualismo en el que la sociedad te va introduciendo a medida que cumples más años.

Si tan solo nos detuviéramos un instante para preguntar ¿cómo estás?y nos interesásemos en escuchar la respuesta... no como ese típico saludo "hola como estas, bien y tu..bien gracias" es una conversación que mantenemos casi por inercia y muchas veces apenas escuchamos lo que nos dice el otro, ya que la rapidez de la vida cotidiana, no nos permite detenernos un instante para escuchar lo que nos quieren decir.

Para las personas que les interese, hoy me siento extraña, me siento sola, siento que no soy totalmente feliz aunque verdaderamente sé que debería de serlo, ya que tengo buena salud, mi familia esta bien y tengo un trabajo que me gusta, aunque no me aporte mucho dinero. Creo que tengo todo lo necesario para ser feliz, pero aún así, no lo estoy, algo me falta, hay algo que me hace sentir este vacío, debe ser algo pequeño, pero algo importante.

Tal vez necesite que me demuestren que realmente soy importante, necesaria, o quizás necesite saber si es que estoy haciendo las cosas bien o por el contrario que es en lo que estoy fallando...

No sé, esto es tan extraño, esto es tan triste.

domingo, 13 de marzo de 2011

PARA MIS AMIGOS


Existen diferentes clases de amigos: están esos que te entretienen contando hasta el más pequeño detalle de lo que pasó en esos días que no estuvo contigo, está aquel que siempre tiene una respuesta lógica a todas tus preguntas, está el que vive en un mundo sólo para él, el que habla y habla y aunque no le entiendes, lo escuchas.

Está el que te hace poner los pies en la tierra cuando te estás desviando del camino aún sabiendo que te vas a molestar con él y no pueden faltar esos que te cambian el día con su contagioso buen humor.

Y está el que te escucha con atención hasta la última palabra y te ofrece su consejo y que en ocasiones se sienta contigo en silencio, sólo para hacerte sentir que en este mundo tan complicado existe alguien que te comprende.

Todos ellos de alguna manera, y quizás sin que lo notes, aportan algo bueno a tu vida. Y cada uno tiene su manera de hacerlo, pues no todos logramos exteriorizar nuestros sentimientos de igual forma.
Es muy difícil expresar con naturalidad el afecto hacia otras personas, pero cada vez que lo hacemos estamos dando a ese alguien una parte de nosotros. Es increíble el efecto que causa en las personas una sonrisa, un abrazo. Si lo hiciéramos con más frecuencia estoy segura que esos días en los que uno siente que tiene una nube negra sobre su cabeza se despejarían. Tal vez no en su totalidad, pero nunca está de más saber que uno cuenta con personas que lo apoyan y, en ocasiones, darnos cuentas que no somos los únicos con problemas; que todos en su momento pasan por dificultades pero que estas no deben ser un impedimento para seguir, sino simples obstáculos que nos ayudan a madurar, y que el aislarse de las personas no es la mejor opción.

Sin embargo debemos tener cuidado, pues no todo el que nos sonríe es nuestro amigo. El saber escoger nuestras amistades no es fácil pero tampoco imposible, basta con pensar en esos momentos en los que necesitaste de alguien y ver quienes estuvieron a tu lado, haciendo referencia no únicamente a los malos momentos sino a todos aquellos tanto buenos y malos que de una u otra manera marcaron tu vida, tus victorias y tus derrotas. Aquellos que sólo aparecen en las malas no son amigos, son personas que buscan como escapar de sus vidas comparándola en eso momento con la tuya.

La amistad es uno de los sentimientos más puros que podemos experimentar. No temas expresarlo. Al contrario, se feliz y haz feliz a otros, no tienes que hacer mucho: basta con ser sincero y capaz de aceptar a los demás con sus defectos y cualidades formándote un criterio no a base de juicios sino de compresión y apoyo.

martes, 8 de marzo de 2011


A sonreír se aprende habiendo llorado mucho. Cuando te suena demasiado cualquier principio. Cuando deja de sorprenderte cualquier final.

A sonreír se empieza en cuanto se aprende a soñar flojito. Es inefable. Pásate varios años con demasiadas ilusiones sin cicatrizar, y a todos tus sueños les acabará saliendo una arruga. Y como no los vayas revisando y actualizando de tanto en tanto, algún día te verás explicándoles por qué ya no pueden salir a la calle vestidos de marinerito.
Pero hoy no quiero hablar de sueños. Sino de sonrisas. Y hay muchísimas maneras de estirar la boca. Para empezar, uno puede sonreír para sí mismo o puede sonreírle a otro. Se trata de sonrisas completamente distintas, sobre todo porque mientras la primera es por donde se escapan ideas alegres y recuerdos indelebles, la segunda constituye el símbolo universal de la complicidad. En este último caso, muchos aseguran que dedicarle a alguien tus labios puede resultar tan contagioso como un bostezo en el metro.
Luego están las sonrisas que enseñan los dientes y las que se hacen las interesantes. Nada que ver las unas con las otras. Creo recordar haber leído que el ser humano, junto a algunos primates, es el único animal del planeta que no enseña los dientes como señal de defensa o agresividad, sino justamente de todo lo contrario.
A partir de ahí, todas las demás. Sonrisas de idiota y sonrisas de listillo. Sonrisas falsas, sonrisas malignas, sonrisas tímidas, arrogantes, sonrisas payasas y sonrisas desesperadas. Sonrisas que invitan a un primer paso y sonrisas que declinan toda invitación. Sonrisas verticales, horizontales, de medio lado, de medio pelo y hasta en diagonal. El catálogo de sonrisas humanas se complementa con formas de bocas, accidentes faciales y jardines dentales, hasta crear las infinitas combinaciones que en teoría, y sólo en teoría, deberíamos estar presenciando continuamente.
Y es que una variable clave dentro de esta inusual ecuación consiste en el momento en el que decide hacerse presente. Para cualquier otra expresión física, hay que tener muy en cuenta cuándo se manifiesta. Para la sonrisa, no. Da igual la situación en la que te encuentres, una sonrisa bien dibujada siempre te va a ayudar, a ti y seguramente a los demás también. Sí, incluso en un tanatorio, en un accidente y en una ruptura sentimental.
Para terminar, matización importante. No confundirse. Sonreír no tiene nada que ver con reír. Simplemente comparten letras. La sonrisa crece. La risa estalla.
La sonrisa calla. La risa berrea. La sonrisa escucha. La risa habla. Pero si se puede sonreír incluso mientras se llora. Con eso está todo dicho.
De cualquier modo, si hay algo que realmente me fascina del acto de sonreír es lo mucho que se obtiene frente a lo poco que cuesta. Lo poco que abunda frente a lo gratis que es.
Lo bien que conozco el teorema.

Lo poco que me lo sé.

**Risto Mejide**