Anoche tuve un sueño de lo más interesante. Soñé contigo. Me tenías abrazada tan fuerte que mis problemas habían desaparecido de mi mente, era feliz por el simple hecho de estar entre tus brazos. Me susurrabas palabras dulces al oído que me derretían y me hacían sonreír por el simple hecho de que eran tuyas. Sentí que te quería, que quería pasar el resto de mi vida a tu lado, queriéndote y dejándome querer. Hablamos de todo un poco, de ti, de mí de nuestros pasados, de los fallos cometidos en esos años de inconsciencia y locura. También hablamos del amor, te contaba mis experiencias fallidas y mis llantos por personas que no se lo merecían. Te hablé de amores que se fueron a vivir un futuro más prospero y lo que me costó desprenderme de ellos. También te hablé de mi gente, de esos amigos que están conmigo en lo bueno y en lo malo, que me hacen sonreír cuando lo que más me apetece es llorar y gritar.
Te resumía mis años apoyada en tu pecho, y tú me escuchabas, reías conmigo y me calmabas con un beso cuando veías que no lo estaba pasando bien. Eras lo único que necesitaba en ese momento.
De repente, un golpe me despertó, y sola en mi cama, entre sabanas frías descubrí que te quiero, pero no sé como encontrarte.
Lo encontrarás. Eres increíble, tati.
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